Cuando llega la época del año en que mediáticamente se pide tomar conciencia respecto a los cuidados de nuestro sistema cardiovascular, debemos dar el ejemplo y hacernos un chequeo preventivo a la brevedad.

Por eso el Dr. Marcelo Soto, Cardiólogo y Hemodinamistade Clínica Isamédica, advierte que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en Chile, razón por la cual “se decidió establecer todo el mes de agosto para generar conciencia en la población, de modo que las personas puedan consultar a tiempo con su especialista y así disminuir considerablemente la tasa de mortalidad actual”.

En este caso, el médico sostiene que “la modificación de algunos estilos de vida representa un aspecto clave para la prevención de las enfermedades cardiovasculares. Para lograrlo, es fundamental que podamos reconocer cuáles son los llamados Factores de Riesgo Cardiovascular, ya que mientras más tenga un individuo, mayor es la probabilidad de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular”.

Factores de Riesgo No Modificables

Edad: La enfermedad coronaria aumenta con la edad, lo que se refleja en que aproximadamente cuatro de cada cinco personas que fallecen a causa de enfermedad coronaria, son mayores de 65 años.

Sexo: Los hombres tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades coronarias. Las mujeres por lo general no se ven afectadas por esta enfermedad hasta después de la menopausia, lo que se atribuye a una disminución en los niveles de estrógenos y a un aumento de los lípidos en la sangre.

Antecedentes familiares –genética: Existe una tendencia familiar para el desarrollo de enfermedades coronarias, la cual aumenta cuando un familiar directo ha fallecido por esta causa.

Factores de Riesgo Modificables

Hipertensión Arterial, Diabetes Mellitus, Tabaquismo, Obesidad, Sedentarismo, Colesterol y Estrés.

“Lo ideal es que a contar de los 40 años de edad, se acerquen a alguno de los cardiólogos que atienden en la clínica para controlar su estado. Acá contamos con un Staff altamente calificado, apoyado por exámenes no invasivos como el test de esfuerzo, ecocardiograma,  doppler color,  electrocardiograma, holter de presión y holter de arritmia”, concluye el especialista.

Es una enfermedad crónica que suele ser asintomática. Aumenta las probabilidades de sufrir un infarto al corazón, un accidente vascular encefálico o una insuficiencia renal. Según la Encuesta Nacional de Salud 2010, 75 % de los adultos mayores la padece,46 % está en tratamiento y solo 14 % la tiene controlada.

La presión sanguínea es la fuerza intrínseca que hace circular la sangre para que llegue a todos los órganos del cuerpo, los nutra y oxigene. Cuando los niveles de presión sanguínea ejercida sobre las arterias son superiores a los normales de manera crónica, se denomina hipertensión arterial. Esta patología puede afectar a cualquier persona, pero tiende a ser más común en los adultos mayores. A medida que avanza la edad, se hace más prevalente porque:

• las arterias se ponen más rígidas y pierden su elasticidad.

• el sistema nervioso simpático está más activo, lo que incrementa la vasoconstricción.

• la sensibilidad al sodio (sal) es mayor.

• la función renal se va deteriorando.

Peligro asintomático

La hipertensión arterial es una enfermedad silenciosa.  “En sí, no da síntomas que afecten la calidad de vida, pero al no estar controlada, aumenta el riesgo de sufrir un infarto cardiaco, un accidente cerebral encefálico o una insuficiencia renal, por ejemplo”.

Los adultos mayores tienden a relacionar malestares que son frecuentes en la vejez –como mareos, bochornos, zumbido de oídos, visión borrosa, fatiga o dolores de cabeza– con la hipertensión, lo que es incorrecto. “Si una persona está sufriendo algún dolor o está nerviosa, la presión naturalmente sube, pero solo de forma momentánea, por lo que no es una presión válida para hacer el diagnóstico –dice el especialista–. La única manera de saber si un paciente es hipertenso es tomándole la presión cuando está en reposo, sin molestias, sin haber fumado ni ingerido café o algún estimulante del sistema nervioso. Además, no basta con una sola medición para determinarlo, sino que se debe calcular el promedio de los valores luego de un seguimiento”.

Se recomienda controlarse la presión desde la infancia en los chequeos de salud general y, con mayor razón, “en pacientes con otros factores de riesgo cardiovascular, como colesterol alto, diabetes y tabaquismo”.

Bajo control

Para mantener la hipertensión arterial compensada, existen varias familias de fármacos antihipertensivos que han demostrado efectividad. Estos medicamentos, en general, son de bajo costo y algunos están garantizados por el plan GES. Sin embargo, el tratamiento también considera cambios en el estilo de vida, como bajar de peso, realizar ejercicio, suspender el tabaquismo, restringir el uso de sal y evitar el consumo excesivo de alcohol. “En los casos leves, basta con estas modificaciones para controlar la enfermedad, pero en la mayoría de los pacientes debemos complementar los cambios de estilos de vida con la terapia farmacológica”.

“Los pacientes hipertensos están compensados cuando tienen un valor promedio de presión arterial menor a 140/90 mmHg. En los adultos mayores podemos ser menos estrictos y aceptar índices de 150/90 mmHg”.

Son fuente de nutrientes esenciales para mantener la buena salud del organismo. Son ricas en vitaminas, minerales y fibras, y su aporte calórico es, generalmente, más bajo que el del resto de los alimentos. Hablamos de las frutas y verduras que, a pesar de tener una excelente calidad en nuestro país, no están tan presentes como debieran en la dieta diaria de los chilenos

Son fuente de nutrientes esenciales para mantener la buena salud del organismo. Son ricas en vitaminas, minerales y fibras, y su aporte calórico es, generalmente, más bajo que el del resto de los alimentos. Hablamos de las frutas y verduras que, a pesar de tener una excelente calidad en nuestro país, no están tan presentes como debieran en la dieta diaria de los chilenos

Según recientes estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de los 10 factores más importantes para desencadenar las denominadas enfermedades crónicas no transmisibles, como las afecciones cardiovasculares, obesidad, diabetes o cáncer, es un bajo consumo de frutas y verduras.

En nuestro país la principal causa de muerte son las enfermedades cardiovasculares, seguidas del cáncer. Además, se observa un aumento creciente de casos de hipertensión y obesidad.

Como parte de los esfuerzos que se realizan en nuestro país con el fin de enfrentar el aumento de la obesidad y de enfermedades relacionadas con una alimentación deficiente, en los últimos años se ha implementado en Chile el Programa “5 al Día”, que promueve el consumo de 5 porciones diarias de frutas y verduras de distintos colores.

Los beneficios del 5

Según los experto, través del consumo diario de verduras y frutas el organismo puede obtener nutrientes esenciales para su buen funcionamiento, entre ellos vitaminas, minerales, fibras y sustancias químicas beneficiosas como las abajo mencionadas.

Vitaminas A y C: son necesarias para la vida y cada una cumple una función específica. Desde ayudar a producir la energía necesaria hasta mantener la salud de la piel y los ojos.

Contienen vitamina A las voles, zanahorias, espinacas, guisantes, lechuga o brécol. La vitamina C puede encontrarse en las naranjas, manzanas y kiwis.

Minerales (potasio, magnesio, etc): ayudan a mantener la presión sanguínea normal o la estructura ósea. Alimentos como la lechuga, el plátano y las frutillas entregan minerales y vitaminas al organismo.

Fibra: ayuda a bajar el colesterol y el nivel de la sangre y favorece la digestión. Podemos encontrar fibra en todas las frutas, siempre que las comamos con piel.

Fitoquímicos: sustancias que actúan junto con las vitaminas y minerales para promover la condición saludable del organismo. Tienen efectos antioxidantes y previenen el cáncer y el envejecimiento. Entre los alimentos que contienen estas sustancias se cuentan la zanahoria (carotenoide), el tomate (licopeno), la cebolla, el ajo (flavonoides), la manzana (ácido fenólico), etc.